Fue uno de los escándalos más sonados en un escenario con permiso del pezogate de Janet Jackson. El beso entre Madonna y Britney Spears en una entrega de los premios MTV hizo correr ríos de tinta y constató, una vez más, el dominio de espectáculo de la reina del pop. Ayer, en París, la Ciccone lo volvió a hacer.
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