Dicen los pocos amigos que le trataron que en los últimos meses Fernando Pessoa caminaba a un palmo del empedrado santo de su Lisboa, como un maniquí sujeto al aire por un clavo invisible. Tenía 47 años y era un hombre de gabardina sucia celebrado en algunos círculos literarios pero casi desconocido para el gran público. El 30 de noviembre de 1935 murió en una clínica tras pedir que le alcanzasen las gafas. Ahora, a los 120 de su nacimiento (13 de junio de 1888), ese silencio retumba.
Pessoa: El ombre que sentía como veinte ombres
Pessoa: El ombre que sentía como veinte ombres
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