Eun Sun Oh no es una recién llegada: en 1997, acompañada de dos compatriotas que se convertirían en los primeros asiáticos en unirse a la lista de catorceochomilistas, pisó la cima del Gasherbrum II (8.035 metros), pero le costó siete años repetir éxito: fue en el Everest. Todavía sin prisas, se apuntó en 2006 el Shisha Pangma (8.046 metros) para llevarse en 2007 el sencillo Cho Oyu (8.201) y el complicado K 2 (8.611). Entonces, el Gobierno surcoreano decidió hacer de su carrera en el Himalaya un asunto de estado y le ofreció un gran apoyo en sus expediciones. En Corea del Sur, el alpinismo es uno de los deportes más seguidos y admirados, algo parecido a lo que vivieron los países del arco alpino en la década de los 50, cuando se decidía la conquista de los gigantes himaláyicos. Los medios empleados por esta surcoreana de 43 años no difieren mucho de los exhibidos por Pasaban: un buen equipo de sherpas y de alpinistas a su servicio, helicóptero para moverse de un campo base a otro, medios económicos para dedicarse en exclusiva a la tarea y el uso de oxígeno en el Everest y el K 2.
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