El día que desplegué el mapa del continente asiático para trazar el recorrido de la Ruta de Samarcanda, tenía bastante definida la ruta que íbamos a seguir hasta la lejana Singapur. Durante un año había estado recopilando información y mi única duda era cómo atravesar las recién nacidas repúblicas de Asia Central surgidas tras la caída del Muro de Berlín y el consiguiente desmembramiento de la URSS. De todas estas naciones terminadas en "stan" (Turkmenistán, Uzbekistán, Kazajstán...), había una que me despertaba una especial curiosidad, quizás por remota, aislada y desconocida; era la pequeña y montañosa Kirguizistán, un territorio que en la época soviética era prácticamente imposible entrar por su importancia estratégica y militar.
Tien Shan, uno de los escenarios más imponentes de Asia Central.
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