Pese a sus casi continuas vicisitudes durante dos milenios, el pueblo de Sri Lanka jamás renunció a su gusto por la independencia, ni a su devoción por Buda. Y el encanto de esta nación, independiente desde 1948, reside, todavía hoy, en un clima que es un 90% exótico y compuesto por tradiciones indígenas y otras adquiridas en el transcurso de cuatro siglos de colonización; un encanto que ha permanecido casi indemne, a pesar de los tormentosos avatares políticos de los últimos tiempos.
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