El 22 de diciembre de 1858 una osa mordió a León Tolstoi en la cara. Más allá del escalofriante suceso (¡qué cerca estuvo el mejor cerebro de la literatura de hibernar en el estómago de un oso pardo!), llama la atención la poca importancia que el joven Tolstoi concede en su diario a este insólito episodio, que aconteció durante una cacería en la región de Vyshni Volochok.
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