Llegar a Gaza es como pasar del primer al tercer mundo en pocos kilómetros. Hay que volar a Tel Aviv, capital del Estado de Israel, desplazarse en coche a Jerusalén y esperar a recibir un visado para viajar a la franja de Gaza. Una vez conseguido, un taxi Mercedes te lleva hasta el paso de Ben Hanun, en un viaje que te hace sentir en cualquier país mediterráneo europeo. Buenas autopistas, por las que circulan coches occidentales, entre enormes extensiones agrícolas. Un café moderno y con wifi es el último contacto con el bienestar a apenas un kilómetro de la frontera.
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