Hay una tierra mítica que se encuentra más allá de las rutinas sexuales, del solitario consumo de pornografía, de las aberraciones lícitas o ilícitas y de la tristeza de sentirse un náufrago en un mar de estímulos libidinosos. Este país se llama conciencia sexual y para llegar a él hay un solo camino, áspero, que se llama educación. Justamente, la que falta. En España hay solo un máster oficial en sexología patrocinado por una universidad, la de Almería.
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